El pintor, escultor y dibujante colombiano Fernando Botero falleció a los 91 años, según confirmó en primer momento la emisora La W. El artista fue una de las figuras más destacadas de panorama artístico mundial. Su obra se ha caracterizado por el uso del color de una forma vibrante y por la voluptuosidad de sus representaciones.
Nacido en Medellín, en 1932, Botero había seguido pintando y creando hasta sus últimos días en su estudio de Mónaco, su lugar de residencia los últimos años. El pasado jueves había salido del hospital tras sufrir una neumonía, de la que finalmente no se pudo recuperar.
La dilatada carrera de Botero ha sido reconocida internacionalmente. Entre sus distinciones figuran el Premio Guggenheim International 1960, Orden de Andrés Bello 1976, Cruz de Plata de la Orden Boyacá 1977, Legión de Honor francesa 2002, Premio Américas 2002, Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica 2007 y Embajador honorario de Colombia ante la Unesco.

Aunque residió en varios países, Botero nunca olvidó su Colombia natal. En Medellín tiene una plaza con su nombre y en 2011 donó unos 300.000 dólares para reparar los daños causados por las lluvias que asolaron al país, que dejaron 300 muertos y dos millones de damnificados. Entre 2005 y 2009 se concedía un premio de pintura que llevaba su nombre (Premio Fernando Botero), dedicado a artistas menores de 35 años y dotado con 50.000 dólares. Sin embargo, el galardón fue cancelado tras las críticas de artistas descalificando al jurado y la calidad de los premiados.
Su personalísimo estilo, que tuvo entre sus rasgos más fácilmente identificables el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la crítica como del gran público, que no puede sustraerse a la singular
expresividad de una estética en la que las problemáticas humanas y sociales ocupan un lugar prioritario. Botero no dejó de alzar la voz contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad histórica y social. Sirve para ilustrarlo una de sus más recientes series pictóricas, la que realizó sobre las torturas cometidas por los marines en la cárcel iraquí de Abu Ghraib (2003), en el marco de la ocupación norteamericana de Iraq. Presentada en 2005 en el Palacio Venecia de Roma, la fuerza turbadora de esta colección de cincuenta lienzos atestiguó además que el pulso y la creatividad del artista no ha menguado en absoluto con los años.
